México un país sin vacunas

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El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco

México un país sin vacunas

Mientras que países como Estados Unidos vacunan a un millón 300 mil ciudadanos por día, en México apenas se reportan 3 mil diarias; en ese renglón somos una de las naciones de américa latina que menos progresan en la protección a la población contra el Covid-19.

Países como Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos y Canadá avanzan a pasos agigantados en la vacunación de su población; se trata de un tema de salud, pero también va ligado a una condición económica pues entre más rápido se logre la llamada “inmunidad de rebaño”, las actividades económicas pueden retomarse sin restricciones.

En México no solamente se incumplió con la aplicación de la primera dosis de la vacuna, consistente en aplicar antígenos al personal médico que trabaja en las áreas Covid del sector salud, a unos días de que llegue el plazo para aplicarles la segunda dosis, no hay dosis para darles ese refuerzo y con ello dejarlos inmunizados.

A fines del año pasado el gobierno federal anunció la desaparición de los fideicomisos y los fondos para atender contingencias; el argumento utilizado fue que una buena parte de esos recursos, cerca de 90 mil millones de pesos se destinarían a la compra de vacuna.

Pero resulta que en el listado de países de la Organización Mundial de Salud (OMS), donde se enumeran los países que han comprado vacunas, México no aparece.

Con una cifra oficial reconocida de 165 mil muertos –ciento cinco mil fallecidos por encima de la cifra catastrófica planteada por el gobierno federal—las proyecciones indican que al ritmo en el que avanza la vacunación en México y con las torpezas cometidas por las autoridades de salud, si bien nos va tendremos un 70 por ciento de la población vacunada para el 2023.

Eso significa no solamente un mayor número de muertos por Coronavirus, también es indicativo de que nuestra economía seguirá deteriorándose y con ello vendrán otros problemas que agravarán las condiciones de la población más vulnerable.

La política de salud implementada para atender el Covid-19 fue un completo fracaso y aunque el discurso oficial insiste en negar la calamitosa gestión de la crisis, lo cierto es que el número de muertos y el alto número de contagios los termina por desmentir.

Acorde a la visión del gobierno de México todo se centralizó: la estrategia nacional de combate a la pandemia; la compra de vacunas, su distribución y la correspondiente aplicación, pero en todo fracasaron.

Mientras el mundo se volcaba a la compra de vacunas, en México fuimos por lo contra y cuando quisimos rectificar ya los pedidos estaban comprometidos y por tanto tuvimos que mendigar su venta: López Obrador se las pidió a Biden pero se las negó alegando que su prioridad eran los estadounidenses; fuimos a Argentina para tratar conseguir la vacuna Rusa y nos dijeron que sí, pero no para cuando.

Mientras que en Estados Unidos el ritmo de vacunación es intenso y además se abrió al sector farmacéutico privado la venta de vacunas, para incrementar el alcance y caminar más rápido; en México esto fue rechazado bajo el argumento de que “así se evita la corrupción”.

Las autoridades sanitarias de México fueron tan mezquinas al grado de que ni siquiera permitieron que los estados pudieran comprar vacunas para su población y cuando finalmente dieron marcha atrás resultó que ya estaban agotadas y si bien va, las entidades podrán adquirirlas para septiembre u octubre de este año.

Ahora andamos por el mundo buscando proveedores de vacunas, las que sean. Para el gobierno de México ya no solamente se trata de preservar nuestra salud, es también un acto desesperado para su propia supervivencia.

Mientras que China ya declaró que venció al Covid-19; cuando en Estados Unidos regresan paulatinamente los eventos masivos –al Super Bowl se permitió el acceso a 25 mil aficionados–; mientras naciones como Chile, Japón o Nueva Zelanda avanzan a pasos agigantados en la vacunación; nuestro país se distingue por ser la cuarta nación con más muertes por esta enfermedad y lo peor es que vamos por el mundo mendigando vacunas pues el dinero que se suponía iba destinado a ese fin, simplemente nadie sabe a dónde se fue.


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